(Por Dra. Margarita Barreto, Facultad de Educación, Departamento de Ciencias Sociales aplicadas, Universidade Estadual de Campinas)
Para una gran parte de las personas, ser ciudadano es tener derecho a poseer aquello que otros poseen. Hoy ser ciudadano no es apenas estar al amparo del Estado en que el sujeto nació y tener dentro de él derechos políticos, civiles y sociales. La ciudadanía se refiere a las "prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia". Y lo que da sentido de pertenencia es la posibilidad de tener acceso a lo mismo que el grupo de referencia, tanto en materia de bienes cuanto de servicios.
En la sociedad actual, la posesión de bienes se da a través del consumo, definido como "el conjunto de procesos socioculturales por los cuales se realiza la apropiación y la utilización de los productos". En esta sociedad caracterizada por la producción en masa de mercancías, estos pueden estar a disposición en cualquier parte y pueden ser consumidos de diversas maneras. El simple hecho de su existencia, transforma a los productos en potencialmente consumibles y da a todos el derecho legítimo de aspirar a tenerlos, ya que fueron producidos, en mayor o menor grado, con el esfuerzo de toda la sociedad, especialmente de los trabajadores, amplísima mayoría de la población.
La globalización de la cultura lleva a la exigencia del derecho al consumo por parte de las personas. El hombre de hoy es un cosmopolita que exige movilidad social o simulada. Esto quiere decir que si no tiene una movilidad social real, puede sentirse bien accediendo a los lugares de consumo, como shopping centers o supermercados, aunque sea solo para compras pequeñas, o para pasear y consumir las vidrieras.
Este mismo cosmopolitismo lleva a que el concepto de ciudadanía, que antes estaba referido a un derecho de participar de las decisiones en la esfera de la política, pase hoy por la esfera de lo civil, con un énfasis en los derechos del consumidor.
El hombre pos moderno se interesa poco por la política; quiere más bien consumir los diversos bienes que existen en el mundo.
En última instancia, podríamos decir que la mayor parte de las personas actúan con la finalidad última de obtención de medios para el consumo a corto plazo, dejando en segundo lugar la justicia social y sus derivados.
Los estudios realizados sobre la cuestión escolar revelan que, cuando las personas reclaman sus derechos a la educación, no lo hacen por el valor de la educación en sí; en la mayoría de los casos, tanto padres como alumnos buscan el diploma escolar, que funciona como salvoconducto para ingresar al mundo de los sueldos mejores.
Cuando se le pregunta a un estudiante qué especialidad prefiere dentro de su carrera, muchas veces responde "bueno, lo que da más dinero es....." Y el dinero permite consumo, y es por las posibilidades de consumo que la persona se siente o no un ciudadano.
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