Hace mucho mucho, mucho tiempo,
tanto que los relojes de arena del mundo no alcanzarían para
medirlo, en un monte desolado e irreconocible escondido en los
confines de la cordillera, donde el agua de lluvia se evapora antes
de tocar el suelo y la flora es un simple cactus sin flor; vivía un
ser inhumano, horrendo y espantoso. Una criatura capaz de asustar a
cualquier niño solamente con el poder de la imaginación y su mirada
destructiva. Un ser con ojos de víbora y cuernos de cabra, con la
habilidad de erizarte hasta los pelos de las patas.
Dicen los gauchos que lo avistaron
en medio del monte, que fue tal el julepe que se pegaron, que se les
desataron los cordones de las alpargatas y se les cayeron las
bombachas. Cuentan que más de uno terminó gritando como niña y
haciéndose pis encima, aterrados de miedo. A esta abominación
totalmente espantosa y desagradable, la llamaban “El Temible
Navarrete”…
Una noche fría y oscura, en que
solo se oían los ruidos extraños del bosque, una niña se
encontraba sola en la oscuridad, llorando mojada. Tenía frio y miedo
a la vez, estaba perdida y no sabía cómo había llegado hasta ahí.
En lo único que pensaba era en no toparse con el temible Navarrete.
Había oído muchos mitos e historias tremendas acerca de aquel
bicho, tan tremendas que más de una vez, le dieron pesadillas.
Cansada de tanto andar sin rumbo, decidió quedarse a los pies de un
enorme sauce y dormir hasta que amanezca. Pero… a media noche, el
árbol cobró vida y mientras la niña dormía, la agarró lenta y
suavemente entre sus brazos.
Al despertarse, la niña se
sorprendió al notar que no estaba en el mismo lugar que antes. Se
encontraba seca y cubierta con una manta. Al lado de ella tenía un
desayuno compuesto por bocadillos de gusanos y té de lima con
pedazos de bicho volita. Pero la niña ni se atrevió a tocarlo, ya
que le daba repugnancia.
Giro la cabeza de izquierda a
derecha para visualizar el ambiente. Era una casa. Más linda que la
suya. Las paredes eran de barro seco y el piso estaba cubierto por
una hierba de color verde flúor. Las mesadas y los estantes eran de
madera y las camas eran de hojas de palmera. Era una casa muy
acogedora, pero, para ella, no era un lugar donde podía vivir una
persona. Le faltaba el baño y una cocina limpia. No encontraba el
detergente ni la esponja para lavar los platos y no había
electricidad ni agua corriente.
En ese momento escucho una vocecita
que le decía: _Buen día señorita, ¿Como ha dormido?
La niña giro de repente su cabeza y
se encontró con una criatura gigantesca, cubierta por pelos
castaños. Pero no se asustó, ya que noto en su cara una sonrisa
grande y una simpatía perfecta.
_Bien, gracias por preguntar_ dijo
la niña _esta cama es muy cómoda, y la casa muy acogedora.
_Lo sé, mis manos la construyeron
día y noche para que quede así de bella como es ahora_ dijo la
criatura _anoche te encontré en el bosque, estabas dormida a mis
pies, y note que estabas mojada así que te traje a mi casa para que
no te resfríes.
_Ayer mi mamá me había dicho que
vaya a buscar unas hierbas aromáticas para el cordero que estaba
cocinando, y me perdí. Debe estar muy preocupada, tengo que avisarle
que estoy bien… ¿Me acompañas al pueblo para avisarle?
_ ¡No! De ninguna manera_ Grito la
bestia _ la última vez que fui al pueblo, las personas corrían a
refugiarse, y cerraban las cortinas para no verme, los niños
lloraban de miedo y los hombres trataban de lastimarme con palos,
piedras y antorchas. Desde ese día que me nombran como “El temible
Navarrete”.
_ ¿Usted es el temible Navarrete?_
Preguntó la niña sorprendida.
_ Sí, he vivido en esta casa por
más de 10 años, sin salir del monte, y no he tenido con quien
hablar en ese tiempo más que con un grillo que encontré a orillas
del rio ahogándose.
_Yo no sé que le ven de temible, es
la criatura más gentil que he visto. Venga conmigo al pueblo y
convenceré a todos de que usted no es malo y que debe ser parte de
nuestra comunidad.
_ Eres muy buena niña, pero no creo
que el pueblo quiera ni escucharme.
_ No me importa lo que piense el
pueblo, vendrás conmigo y lucharemos para que te respeten tal como
eres.
Esa misma tarde la niña guió a
Navarrete, que se había vestido muy elegantemente, hacia el pueblo.
La criatura estaba totalmente asustada y sudaba hasta por las orejas.
La niña lo agarro fuerte de la mano y le dijo: _ Tranquilo
Navarrete. Pase lo que pase yo siempre seré tu amiga, y nunca te
dejaré solo.
Navarrete sonrió al escuchar esas
palabras y se sintió más seguro. Al verlos llegar, la madre de la
niña comenzó a llorar y a gritar de la desesperación, espantada
por el susto y la confusión. Y justo antes de que el pueblo comience
a gritar y enloquecer del espanto, la niña tomó la mano de Navarrte
y les contó lo que había hecho él por ella.
El pueblo, confundido, le creyó a
la niña y aceptaron a Navarrete tal y como era. Esa noche celebraron
su bienvenida con un banquete enorme, mitad carne y ensaladas para el
pueblo y la otra mitad bocadillos de gusanos con te de bichos
bolitas.
Desde ese día Navarrete fue el
bicho más feliz y respetado de todo el mundo…
Autora: Sara Costante (1° Liceo --2012-)
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